¡Feliz Solsticio!



La noche del 24 de junio conserva su magia en rituales que mezclan por igual la tradición pagana y lo religioso. Es la noche más corta del año, el solsticio de verano que el hombre ha celebrado desde lel comienzo de los tiempos. Nuestros antepasados, temerosos de que esta estrella no volviese a lucir, encendían hogueras que iluminaban la noche. Protagonista el fuego, símbolo de purificación. A través de él, se simbolizaba el poder del astro rey y se ayuda a renovar su vigor.
Las celebraciones del solsticio de verano son muy anteriores a la religión católica. Uno de los antecedentes que se puede buscar a esta festividad es la celebración celta del Beltaine, que se realizaba el primero de mayo. Se encendían hogueras que eran coronadas por los más arriesgados con largas pértigas. Después los druidas hacían pasar el ganado entre las llamas para purificarlo y defenderlo contra las enfermedades. A la vez, rogaban a los dioses que el año fuera fructífero y sacrificaban animales. Otra de las raíces de tan singular noche hay que buscarla en las fiestas griegas dedicadas al dios Apolo, que se celebraban en el solsticio de verano encendiendo grandes hogueras de carácter purificador. Los romanos también dedicaron a la diosa de la guerra Minerva unas fiestas con fuegos y tenían la costumbre de saltar tres veces sobre las llamas. Ya entonces se atribuían propiedades medicinales a la hierbas recogidas en aquellos días.
El 24 de Junio es fecha de gran importancia para el campesino. Por San Juan es cuando se preservan de enfermedades hombres y bestias, y cuando se garantiza la fructificción de las plantas cultivadas, por medio de ritos.
El Fuego, en hogueras purificadoras, en petardos, en bengalas, en velas y luces. En nuestro interior la energía de la vida que sentimos fuerte en el verano.
Foto de Mariano Castejón
San Juan se celebra en casi toda España, pero en algunos sitios toma un significado especial, entre ellos San Pedro Manrique en Soria, con su famoso “paso del fuego”, donde sus gentes cruzan descalzos las brasas de la hoguera con paso seguro, llevando muchas veces a alguien a sus espaldas, sin sufrir ningún daño.
Es sobre las diez de la noche de la víspera de San Juan, cuando se prende fuego a una pira cuadrada de leña de roble mercada por el Ayuntamiento. El lugar es el anfiteatro o plaza anexo a la ermita de la Virgen de la Peña. Se dice que su imagen apareció sobre un espino que jamás se secaba y pertenece, por ello, y pese a su posterior advocación, al grupo de las Vírgenes del Espino, tan frecuentemente unidas a lugares con presencia templaria. Precisamente muchos de los que pasarán el fuego lo hacen debido a promesas realizadas a esta imagen.
Cuando la leña se ha consumido uniformemente, al cabo de hora u hora y media, se comienza a extender con cuidado la alfombra de ascuas. .El fuego lo pasan sólo los del pueblo. No porque ninguna ley, escrita o no, lo prohiba, ni tampoco porque a nadie se le impida el probar suerte sino porque no abundan los voluntarios foráneos. Ahora bien, los sampedranos pasan: solos, con sus mujeres o con sus amigos a hombros, pero pasan. También las mozas, si bien son rara excepción.
                             Foto de Mariano Castejón
Las fiestas en la capital soriana Fiestas de San Juán,están también muy ligadas al sol y el fuego. Son cinco días a partir del miércoles siguiente a San Juan -caiga cuando sea el calendario móvil-, si bien tienen varias antesalas a lo largo de la primavera.Gobernadas por doce jurados -reminiscencia de los tiempos del Estado del Común de la Soria de hace siglos-, la ciudad se divide en otras tantas cuadrillas o barrios, cada una con su toro, su organización y su santo. Hay verbenas canciones y peñas, un monte, Valonsadero, que concentra a medias con la ciudad las celebraciones, música por todas las calles, tradiciones, gentes, baile... y mucho vino.

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